En el mundo del emprendimiento, dormir poco suele verse como un sacrificio noble: “Mientras otros duermen, yo construyo”. Pero ¿y si ese sacrificio no solo no te hiciera avanzar, sino que estuviera perjudicando tu rendimiento como si estuvieras trabajando borracho?
La ciencia es clara: dormir menos de seis horas por noche de forma constante afecta tu cerebro casi igual que tener alcohol en sangre, y eso puede estar saboteando tu negocio desde adentro.
Un cerebro con sueño rinde como un cerebro intoxicado
Un estudio de la Universidad de Pensilvania junto con la Universidad Estatal de Washington concluyó que dormir menos de seis horas por noche durante varios días seguidos impacta el rendimiento como si una persona tuviera un 0,10% de alcohol en sangre —por encima del límite legal para manejar en muchos países.
Según los investigadores, este tipo de privación de sueño afecta funciones clave para cualquier emprendedor:
- Atención sostenida
- Toma de decisiones
- Memoria de trabajo
- Velocidad de reacción
“La fatiga acumulada produce un deterioro cognitivo comparable al del alcohol, aunque la persona no lo perciba del todo”, advierten los científicos. Lo más preocupante es que, a diferencia del alcohol, la falta de sueño suele pasar desapercibida hasta que ya causó un error.
El riesgo va más allá del bajo rendimiento
No dormir bien no solo afecta cómo rendís durante el día, también aumenta significativamente el riesgo de cometer errores de juicio, reaccionar de forma impulsiva o generar conflictos en el entorno laboral, especialmente por falta de claridad mental y regulación emocional. Además, la somnolencia al volante puede ser tan peligrosa como manejar en estado de ebriedad, debido a la disminución en los tiempos de reacción y la capacidad para tomar decisiones rápidas.
A largo plazo, la privación crónica del sueño está vinculada con problemas graves de salud, como diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares, ansiedad, depresión y un sistema inmunológico debilitado.
Y esto no es menor: si estás construyendo algo desde cero, vos mismo sos tu principal activo. Si ese activo no descansa ni se recupera, lo que está en juego no es solo tu productividad, sino también tu salud física y mental.
Dormir bien es estrategia, no lujo
Muchas veces se glorifica la idea de “dormir poco y rendir más”, pero la evidencia dice lo contrario. El sueño no es una pérdida de tiempo, sino un proceso biológico fundamental para:
- Regenerar el cuerpo y el cerebro
- Procesar información del día
- Consolidar aprendizajes
- Regular emociones
- Fortalecer la creatividad
“Dormir bien no es comodidad. Es estrategia, salud y productividad en estado puro”, afirman desde el portal Medline Plus. La mayoría de los adultos necesita entre 7 y 8 horas por noche, aunque algunas personas pueden requerir hasta 9.
El problema no es solo dormir poco… sino hacerlo siempre
Una noche mala la tiene cualquiera. Pero el verdadero peligro está en la privación crónica. Es decir, dormir mal o poco durante semanas o meses, que es justamente lo que ocurre cuando normalizamos trabajar hasta tarde, revisar mails en la cama o despertarnos con alarma después de acostarnos tarde.
Con el tiempo, esto se convierte en una trampa invisible: creemos que estamos rindiendo bien… cuando en realidad estamos funcionando al 60%, como si estuviéramos constantemente con una copa de más.

¿Qué podemos aprender?
- Dormir es parte de trabajar. Si querés tomar mejores decisiones, ser más creativo y mantener el foco, tenés que dormir lo suficiente.
- El rendimiento no es solo esfuerzo, también es recuperación. Así como entrenás el cuerpo y la mente, también debés permitirles descansar.
- La productividad no se mide en horas activas, sino en claridad mental. Trabajar con sueño es como correr con los cordones desatados.
- El liderazgo empieza por el ejemplo. Si sos founder o liderás un equipo, promover una cultura de descanso también es tu responsabilidad.
Reflexión final
En un mundo que celebra el hustle, dormir bien puede parecer contracultural. Pero justamente por eso, es una ventaja competitiva. No se trata de dormir por comodidad, sino por estrategia.
Porque un cerebro descansado toma mejores decisiones, gestiona mejor el estrés, crea con más claridad y se equivoca mucho menos. Dormir no es perder el tiempo. Es darle a tu mente las condiciones para ganar el juego.