Todo empezó con una parrilla desmontable en unas vacaciones por el sur de Argentina. Lo que parecía un proyecto casero entre dos amigos, hoy es una marca consolidada con proyección internacional, más de 60.000 sartenes vendidas desde 2024, y una comunidad fiel y creciente que acompaña cada paso. Kankay, creada por Tomás Beutin y Federico Schaer, es mucho más que una empresa de utensilios: es una propuesta que combina diseño, salud y sostenibilidad.
El vínculo con su comunidad es fuerte y cercano: muchos clientes los reconocen por su presencia en redes y el trato directo, y el ritmo de crecimiento lo confirma con más de 5.000 nuevos clientes por mes.
“Kankay es una empresa argentina que fundamos con Fede, un gran amigo a quien conocí en el colegio”, cuenta Tomás. El proyecto nació casi por casualidad: “Hicimos una primera parrilla desmontable allá por 2014 y la llevamos a unas vacaciones por el sur. Fue tanto el éxito y las repercusiones que al regresar decidimos hacer una primera tanda de diez y ver cómo nos iba. Vendimos todas y desde ahí no paramos”.

Una oportunidad entre el fuego y los materiales nobles
La propuesta de Kankay surgió en un mercado saturado de productos descartables o hechos con materiales nocivos, como el teflón. Tomás y Federico vieron ahí una oportunidad: crear utensilios de cocina saludables, duraderos y fabricados con materiales nobles, como el hierro, el acero inoxidable y la madera.
“Nuestros productos no contienen teflón ni materiales que liberen sustancias tóxicas al ser calentados. Están pensados para durar generaciones y promover una cocina consciente”.
Ese enfoque atraviesa toda la marca. Cada pieza está diseñada para celebrar el ritual del fuego y la tradición culinaria, con una estética cuidada y una producción completamente nacional. “Eso nos permite controlar la calidad, el diseño y la trazabilidad de todo el proceso”, agrega.
Un punto de inflexión fue cuando un cliente les pidió una gran cantidad de sartenes: “Nosotros veníamos trabajando exclusivamente en parrillas hasta que un cliente nos pidió si podíamos hacer un stock grande de sartenes. El desafío era saber si realmente se iban a vender”. Ese pedido marcó el inicio de una nueva línea de productos que hoy es parte fundamental del negocio.

De un garaje a exportar a Europa
Los comienzos fueron humildes: el depósito y la oficina eran las casas de sus padres. Esa experiencia inicial, sumada al paso por una pyme donde ambos trabajaron, les enseñó a operar con recursos limitados, a construir comunidad y a mantener una cultura de trabajo cercana y ágil.
“La dinámica compartida en la pyme —amigos, socios y compañeros de equipo— formó la base de una cultura interna muy participativa y flexible, clave en la forma en que hoy operamos en Kankay”.
Las redes sociales jugaron un rol fundamental en la expansión. “Tuvimos mucho interés desde Estados Unidos al principio. Hoy exportamos a Australia, Alemania, Holanda, Reino Unido, Francia, España y Uruguay”, detalla Tomás. El diferencial sustentable, funcional y con identidad argentina despertó interés en todo el mundo.
Una decisión que marcó el camino fue no depender de inversores externos: “Como nunca elegimos depender de inversores, fuimos creciendo a nuestro ritmo, reinvirtiendo y adaptándonos a cada etapa”. A medida que crecieron, tomaron decisiones estratégicas clave: inversiones fuertes en publicidad, la apertura de un local propio en San Isidro con una inversión de $40 millones, y un enfoque claro en el diseño sustentable. Hoy la empresa emplea directa e indirectamente a más de 60 personas.

Una comunidad fiel y comprometida
Kankay no es solo una marca: es una comunidad. Con más de 5.000 nuevos clientes por mes y una fuerte presencia en redes sociales, el vínculo con sus seguidores es cercano y auténtico.
“Muchos nos identifican gracias a nuestra presencia en redes y el trato directo. Hoy en día nos saludan por la calle, nos reconocen”, dice Tomás, y destaca: “Lo que finalmente te avala es un buen producto, y creo que la mayoría de la gente está muy contenta con lo que compra en Kankay”. El perfil de cliente que eligen busca productos que duren toda la vida, y que valoran el diseño, la salud y la sustentabilidad. Y cada vez son más.
Aprender, adaptarse y seguir creando
Como todo emprendimiento, el camino estuvo lleno de aprendizajes. Uno de los errores más valiosos fue al comenzar a exportar: “Lo hicimos con un precio alto, pensando más en la ganancia que en instalarnos. Hoy lo hacemos diferente, buscando relaciones a largo plazo”.
Si bien no hubo un momento crítico, el verdadero desafío, dice, es el presente: gestionar un equipo en crecimiento, sostener la calidad y asumir la responsabilidad de liderar un proyecto con impacto. “Hoy ya no somos solo nosotros dos, hay un equipo y muchas personas que dependen de Kankay. Y eso implica una responsabilidad enorme. El verdadero desafío está en el día a día”.
La motivación sigue intacta: “Quiero la mayor cantidad de clientes felices. Dar un buen servicio, responder rápido, estar presente. Además, todo el tiempo estoy pensando ideas nuevas para aplicar al negocio”. Ese impulso creativo constante, sumado al contacto directo con los clientes, es una de las claves del crecimiento sostenido de la marca.
Lo que viene
Kankay acaba de lanzar su línea lite, una versión más liviana de sus productos clásicos, manteniendo la calidad de siempre. También proyectan nuevas aperturas en Recoleta y Nordelta, y seguir consolidando su presencia internacional.
“En cinco años imaginamos a Kankay con una presencia más sólida afuera, nuevos locales y un equipo más grande. Siempre creciendo, pero sin perder la esencia”.
Kankay es un ejemplo de cómo una idea simple, nacida entre amigos y con los valores claros, puede escalar hasta convertirse en una marca admirada y con proyección global. Un recordatorio de que, cuando hay pasión, visión y trabajo constante, el fuego nunca se apaga.
