En el alto rendimiento, la diferencia ya no está solo en el físico. En un mundo donde cada segundo cuenta, la capacidad de percibir estímulos, decidir y adaptarse en milésimas puede cambiar el resultado de un partido. Con esa premisa nació Vixon, una empresa que entrena lo que activa al cuerpo: el cerebro.
Su cofundadora y CEO, Agostina Galimberti, nos cuenta cómo una idea inspirada en su experiencia como deportista se convirtió en una tecnología que hoy despierta el interés de clubes y selecciones de distintos países.

Del hockey a la innovación
“Vixon nace de mi experiencia como deportista. Jugué hockey desde chica, mi mamá había estado en la Selección y éramos cuatro hermanas jugando, así que el deporte siempre fue parte de mi vida”.
Desde muy joven, Agostina tuvo una mentalidad orientada a la excelencia: “Si hay algo que puede mejorar el rendimiento, quiero entenderlo y aplicarlo”.
Viajando por distintos países, observó que en otros lugares el deporte se entrenaba de forma más integral. “Vi cómo combinaban tecnología, ciencia y deporte de una manera más avanzada. Y ahí sentí que en Argentina faltaba algo así, una herramienta que ayudara a los deportistas a entrenar no solo el cuerpo, sino también la cabeza”.
Esa inquietud fue el punto de partida. “Vixon empezó como una idea para traer algo nuevo al deporte argentino, pero terminó creciendo mucho más de lo que imaginaba. Hoy es un proyecto global, con un feedback increíble de clubes, entrenadores y deportistas de distintos países”.

Entrenar la mente dentro del juego
Para entender qué hace Vixon, Agostina propone imaginar un partido: “Imaginá un 5 vs 5. Cinco jugadores con chalecos rojos, cinco con verdes. La regla es simple: solo podés pasarle la pelota a alguien que tenga tu mismo color. Pero en Vixon, esos colores cambian en tiempo real”.
El cambio repentino obliga a los jugadores a reaccionar, decidir y adaptarse en milésimas de segundo. “Ahí es donde entra en juego tu cerebro: control inhibitorio, flexibilidad cognitiva, toma de decisiones”.
Mientras muchas herramientas de entrenamiento cognitivo se hacen frente a pantallas, Vixon lo lleva a la cancha. “Nosotros quisimos llevarlo al lugar donde realmente sucede el deporte. Incorporarlo dentro del entrenamiento tradicional, con la pelota, los compañeros y la presión real. Eso es Vixon”.


De la idea al producto
“El desafío más grande fue convertir una idea en algo que funcione todos los días, en condiciones reales”, cuenta Agostina.
Aunque el proyecto tiene una base tecnológica compleja, el reto principal fue humano. “Lo más difícil no fue el código o la electrónica: fue coordinar equipos con perfiles totalmente distintos —ingenieros, neurocientíficos, diseñadores, deportistas— y lograr que todos hablen el mismo idioma”.
Equilibrar ciencia y práctica fue clave. “Un jugador no quiere un laboratorio encima: quiere algo que le sume al entrenamiento, no que se lo complique”.


Ciencia, fútbol y propósito: la llegada de Juan Pablo Sorín
Una figura clave en la evolución del proyecto fue Juan Pablo Sorín, quien se sumó como socio estratégico. “La llegada de Juanpi fue muy natural. Él venía siguiendo el proyecto desde hacía un tiempo, y cuando nos conocimos hubo una conexión inmediata en la forma de ver el deporte: con valores, propósito y visión de futuro”.
Más allá de su trayectoria en clubes como Barcelona, PSG o la Selección Argentina, su aporte fue humano. “Juanpi entiende profundamente la cabeza del deportista, lo que se siente adentro del vestuario, la presión, la toma de decisiones”.
Y lo más importante: su involucramiento real. “No llegó solo para ‘poner su nombre’. Se involucró de verdad: opinó sobre el producto, sobre el mensaje, sobre la manera de conectar con los entrenadores y jugadores. Eso hace que hoy Vixon tenga una esencia que combina ciencia, tecnología y fútbol, pero también alma”.
Cómo funciona el sistema Vixon
“Vixon funciona como un ecosistema entre hardware y software”. El chaleco inteligente genera estímulos visuales en tiempo real a través de luces LED que cambian de color, patrón o intensidad según el tipo de ejercicio.
Cada estímulo busca provocar una respuesta cognitiva específica, como anticipar, inhibir o cambiar una decisión en milésimas. “Detrás de eso hay un software que permite a los entrenadores crear, controlar y personalizar los entrenamientos según el nivel, la posición o el deporte”.
El equipo también trabaja en incorporar visión por computadora e inteligencia artificial. “Las cámaras están siendo entrenadas para registrar los movimientos de los jugadores y analizar comportamientos relacionados con la reacción visual, la toma de decisiones y la visión periférica”.
El objetivo es ambicioso: “Construir una base de datos multimodal (visual + conductual) que permita a los entrenadores entender cómo piensa, decide y se adapta cada jugador. No es solo medir, sino optimizar el proceso de aprendizaje”.

Datos, métricas y expansión global
Vixon analiza indicadores como consistencia, variabilidad, nivel de desafío percibido y percepción de progreso, que se combinan en dos índices globales: Estado Cognitivo del Jugador y Performance Cognitiva. “De este modo buscamos entender y optimizar el proceso de aprendizaje, diseñando entrenamientos más personalizados, inteligentes y eficaces”, detalla la CEO.
Actualmente trabajan con clubes, academias y selecciones en distintos niveles, tanto en Argentina como en el exterior. “La recepción está siendo muy buena, sobre todo porque los entrenadores entienden el valor de entrenar el cerebro dentro del contexto real del deporte”.
El modelo de negocio es B2B, combinando hardware y software. “Trabajamos con clubes profesionales, academias de formación y entidades deportivas de alto nivel, tanto en Sudamérica como Estados Unidos”.
A futuro, la estrategia de crecimiento apunta a licencias, acuerdos regionales y partnerships estratégicos, con presencia internacional. “La visión es escalar globalmente, manteniendo siempre el foco en la calidad, la evidencia científica y la aplicabilidad real en el deporte”.
Emprender sin manual
“Lo más desafiante fue abrir camino en un terreno donde no había referencias claras. Cuando estás creando algo nuevo, no tenés un manual que te diga cómo hacerlo”.
El alto rendimiento, dice, exige resultados concretos. “No alcanza con tener una buena idea: tiene que funcionar, ser medible, resistir la práctica diaria y generar resultados reales”.
“Coordinar ingenieros, neurocientíficos y deportistas te obliga a crecer como líder y a tener una claridad enorme sobre el propósito. Pero todo lo que costó sirvió para darle a Vixon una base más sólida”, destaca Agostina.
Consejos para otros emprendedores
A quienes intentan innovar en sectores tradicionales, su mensaje es directo: “Les diría que se preparen para escuchar muchos no. Para tener paciencia, y para aprender —mucho— de los errores”.
Agostina cree en avanzar, aunque sea de a poco. “Todo es paso a paso, escalón a escalón. No se trata de hacerlo perfecto, se trata de no parar. Porque un día, todo lo que fuiste construyendo en silencio empieza a tomar forma”.
El futuro: más allá del alto rendimiento
“En un campus de fútbol, los más chicos insistieron tanto con usar las pecheras que terminamos dejándolos usarlas. Después se nos acercaron los padres a agradecer, porque nunca habían visto a sus hijos tan concentrados. Ahí entendí que Vixon puede ir mucho más allá del alto rendimiento”.
También ve un gran potencial en rehabilitación y salud cognitiva. “El entrenamiento neuro no es solo para mejorar el rendimiento, también puede acelerar procesos de readaptación y mantener la actividad cognitiva cuando el cuerpo todavía no puede hacerlo todo”.
Agostina concluye con una frase que resume su visión: “Vivimos en un mundo donde mantener el enfoque es cada vez más difícil. Vixon apunta justamente a eso: a entrenar el cerebro para sostener la atención, adaptarse al cambio y tomar decisiones rápidas cuando el entorno se modifica en segundos”.
VIXON no solo entrena deportistas: estimula las capacidades del cerebro que intervienen en la toma de decisiones, la atención y la adaptación. Un desarrollo argentino que empieza a marcar el rumbo del entrenamiento cognitivo en el deporte.

